Sexta-feira, Abril 19, 2024

Rezones para el Optimismo

José M. García Villardefrancos, Director Grupo Albión

Recién estrenado el nuevo curso escolar, España intenta entrar en una nueva normalidad tras los seis meses más convulsos que ha vivido el mundo en la historia reciente. Pero el camino hacia la nueva normalidad se está haciendo más difícil para Madrid. La capital y uno de los motores económicos del país, sigue batiendo en Europa el récord diario en número de contagios por COVID-19.

La mejora de la situación no parece cercana. Los gobiernos de la región de Madrid y de la nación, de diferente color político y resultantes de coaliciones diametralmente opuestas, están tardando demasiado en poner en marcha estrategias de gestión claras y efectivas. Lo que está en juego son, en primer lugar, las vidas humanas, y en segundo, la recuperación económica. Si bien de forma menos aguda, el resto de España no está exenta de situaciones similares.

En resumen, se está arriesgando el futuro a medio plazo de la sociedad de la quinta economía de Europa.

Y mientras la crisis sanitaria avanza, la clase política intenta ponerse de acuerdo y gestionar de forma efectiva, el sector privado trabaja. Y lo hace de forma solidaria para reducir los efectos de la pandemia, para mantener el empleo y para que el tejido empresarial salga de esta situación con las menos bajas posibles.

Desde el principio de la pandemia, dos han sido las vertientes en las que se han enfocado las empresas en España. Por una parte, la contribución – cada una en la medida de sus posibilidades – a la protección de los ciudadanos y mejora de la situación sanitaria. Fueron las empresas las que primero pusieron su logística, cadenas de suministro y capacidad de producción al servicio del sistema de salud; muchas las que se preocuparon por complementar los salarios de sus trabajadores hasta el 100% cuando se vieron obligados a presentar reducciones de empleo temporales bajo el mecanismo de los ERTES; otras las que hicieron donativos o permitieron a sus equipos ser voluntarios durante los momentos más duros de la pandemia.

La segunda prioridad ha sido la protección de la liquidez y el negocio. Conscientes de las potenciales repercusiones económicas de la situación sanitaria y sus consecuencias en la actividad diaria. Saber reaccionar rápido, tomar decisiones de gestión eficaces e intentar, dentro de un entorno de incertidumbre generalizada y sin registros ni referencias pasadas, ser previsores para evitar males mayores.

España se había recuperado con esfuerzo de la última crisis económica. Para ello hizo falta, además del gran talento de la clase empresarial local, que los inversores internacionales supieran ver y apostar por nuestra capacidad de superación, visión, liderazgo y competitividad.

Tanto para los inversores y empresarios españoles, como para aquellos que más allá de nuestras fronteras sepan ver las oportunidades que ofrece un mercado con más de 46 millones de habitantes y acceso directo a más de 400 millones de consumidores potenciales en Latinoamérica, las posibilidades que ofrece España en los próximos años son infinitas. Si no cambiamos las reglas de juego el país podrá ser competitivo a largo plazo.

No quiero creer a quienes auguran un camino sin freno hacia el final del libre mercado. Confío plenamente en el marco mayor que nos rige como es la Unión Europea – y su ordenamiento jurídico – de quien además acabamos de recibir más de 140.000 millones de euros del fondo de recuperación, de los cuales algo más de la mitad son en ayudas directas. Fondos condicionados. Condiciones que han de cumplirse.

No soy el único en confiar, como demuestran las operaciones de inversión protagonizadas antes y después del verano por fondos de capital riesgo e inversores internacionales en relevantes compañías españolas de diversos sectores, incluso en los considerados estratégicos para el país.

Las proyecciones actuales indican que la actividad de M&A en España aumentará considerablemente de aquí a final de año, tras el parón de los meses más duros de la crisis del COVID-19. Un parón que diversas fuentes estiman representó descensos entorno al 25% en la actividad durante el segundo trimestre de 2020.

Se podría pensar que el tipo de transacciones que veremos no son las deseadas, pero el mercado actual es muy diferente al de hace seis meses y las oportunidades son otras. Lo importante… que estas oportunidades existan y que los inversores sepan verlas.

Veremos un incremento claro en transacciones ‘distressed’, en adquisiciones estratégicas o defensivas, y en reestructuraciones, entre otras. El sector energético, el turístico, el inmobiliario, el financiero, el de la sanidad privada o el tecnológico en el su más amplio espectro serán, entre otros, protagonistas de un entorno de altísima liquidez.

Es quizá esta última variable la que marca una clara diferencia con el 2008. Si bien la crisis económica será más profunda, la posición financiera de las compañías, la predisposición a la financiación y la disponibilidad de liquidez nos presentan un escenario muy diferente. Uno más optimista.

Tenemos pues un mercado con oportunidades y mucha liquidez. Nada podría ir mal si no fuera porque la agitación sociopolítica es tal que se hace complejo discernir entre realidad y propaganda. Ahora más que nunca en la toma de decisiones empresariales influyen variables más allá de los fundamentales económicos o del negocio.

Ahora más que nunca se han de incorporar a la tesis de inversión análisis del marco político y regulatorio, mapas de sentimiento y ‘due dilligence’ reputacional de las compañías ‘target’ y los sectores en los que invertir. Información y análisis objetivo y de valor, realizado por equipos sobre el terreno que hablen el mismo lenguaje que los mercados internacionales y con conocimiento experto del mercado español y sus particularidades.

España es un país seguro jurídicamente, en el que hay mucho talento y con capacidad de adaptación. Las oportunidades están ahí y hay que saber identificarlas. La vuelta a la verdadera normalidad tardará y no será fácil, los esfuerzos serán muchos pero habrá recompensas.

Hay razones para el optimismo. 

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