Arturo Arriagada Castro, Sócio da Latinmedia Comunicaciones
El Covid 19 ha traído al mundo, a la region de América Latina y, en este caso particular, a Chile, la peor pandemia que nuestra generación haya presenciado y experimentado jamás. Los útimos datos proporcionados por la Universidad Johns Hopkins a comienzos de esta semana indican que el planeta ya ha superado el millón de muertes a causa del virus y se han producido más 33 millones de contagios a nivel global, de los cuales, cerca del 50% se han desarrollado en el continente americano según los últimos reportes de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La realidad que vive América Latina es, por decir lo menos, difícil y compleja. Porque a la crisis sanitaria y las restricciones de movilidad impuestas por la mayor parte de sus gobiernos, se une el deterioiro del escenario económico. Ha sido el caso de Chile, reconocida como la economía más estable y próspera de la región, pero que desde marzo de este año y por alrededor de siete meses ha debido guardar una cuarentena sin precedentes en practicamente todo el territorio nacional.
Si a lo anterior sumamos el estallido social ocurrido el pasado 18 de octubre de 2019 – lo que desencadenó la realización de un plebiscito el próximo 25 de octubre para aprobar o rechazar la creación de una nueva Carta Constitucional -, que produjo efectos coyunturales en la actividad económica y social del país, nos encontramos con un cocktail explosivo donde la aparición del Covid 19 agravó aún más el escenario. Caída en el Producto Interno Bruto e intercambio comercial; fuerte baja en los indicadores de actividad económica, cierre del comercio, del turismo, nula operación de vuelos comerciales internacionales y pérdida de puestos de trabajo, entre muchos otros.
El país, que hasta comienzos de año gozaba de una baja tasa de desempleo, de un dígito, pasó rápidamente a los dos dígitos en el trimestre abril- junio 2020, con un 12,2%. Estamos hablando de la cifra más alta en una década.
En este complejo escenario, hay que mencionar las medidas implementadas por el Gobierno para mitigar los efectos económicos de la pandemia y la caída del empleo. Hablamos de un presupuesto adicional de USD12.000 millones para afrontar esta crisis, iniciar la recuperación de la actividad económica y desarrollar programas -que están en plena ejecución- para el fomento y protección del empleo -con foco importante en la empleabilidad de la mujer-, subsidio a la clase media y entrega de créditos del Estado a tasa cero.
Por ello la llegada de la Primavera ha traído mejores noticias y un brote verde de esperanza al país.
Los indicadores de la pandemia se encuentran bajo un 6% de positividad, el 97% de la Región Metroplitana – Santiago y alrededores representan aproximadamente la mitad de la población nacional- se encuentra en fases de desconfinamiento 2 (Transición) y 3 (En preparación), lo que ha permitido una mayor movilidad para las personas y el transporte, la reapertura del comercio, retorno programado a los lugares de trabajo, viajes interregionales bajo ciertas condiciones, solicitud de reapertura de establecimientos educacionales escolares, técnicos y superiores para el retorno a clases, nuevas posibilidades de vuelos internacionales, tasas de interés para créditos comerciales en su valor mínimo y, algo muy importante para la percepción ciudadana y las expectativas reales de recuperación, una tendencia inesperada pero favorable para el empleo.
En el trimestre junio- agosto la tasa de desempleo alcanzó el 12,9%, de acuerdo al informe entregado el miércoles 30 de septiembre por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Si bien la cifra acumulada se mantiene al alza respecto del último reporte y evidencia más de un millón de desocupados, lo cierto es que el dato representa la primera caída trimestral desde noviembre de 2019 y se ubica por debajo de las expectativas de analistas del mercado, en torno al 13,6% (Fuente: Bloomberg).
Probablemente la temporada estival permitirá al país continuar en esta senda y, potencialmente, mejorar sus indicadores sanitarios, por tanto también los económicos. Sin embargo, también debemos comprender que esta normalidad no es a la que estamos acoatumbrados; mientras la pandemia no desapareza y la o las vacunas en desarrollo no estén oficialmente autorizadas para su uso, seguiremos corriendo desde atrás en nuestra recuperación de la producción y actividad, sometidos a incertidumbres y escenarios no del todo controlables.
Por tanto, un escenario sanitario de cierta estabilidad que propicie un ambiente favorable al desarrollo de actividades económicas y productivas seguirá dependiendo, en gran parte, de las medidas que el Gobierno y la autoridad sanitaria mantengan para contener un rebrote de contagios. Y, junto a ello, de la conciencia de las personas por mantener sin relajos la continuidad de conductas de auto cuidado y aislamiento responsables que eviten nuevos contagios, faciliten la movilidad y el retorno seguro al trabajo.
Contamos con la experiencia en Europa, que tras el regreso del verano ha experimentado serios riesgos de rebrote de la pandemia, y aquellos países más afectados nuevamente comienzan a hablar de confinamiento.
Disfrutemos esta Primavera.
